lunes, 18 de mayo de 2009

BREVIARIO CULTURAL SOBRE LAS POSICIONES

Respecto a la penetración pene-vagina, lo que constituye el coito en sí, podemos diferenciar variantes basadas fundamentalmente en la postura. El coito suele ser el desenlace del juego erótico, aunque es posible que no suceda así y que la pareja alcance el orgasmo mediante la masturbación como ya hemos visto o mediante la penetración anal, quedando totalmente satisfechos. Entre dos amantes que se complacen, cualquier postura en el coito es perfectamente normal y legítima, y la vida sexual es más agradable si la pareja experimenta.
Los miembros de la pareja deberán tener la misma curiosidad por encontrar juntos diferentes y nuevas posiciones.
Harán falta por lo menos unos doce encuentros antes de que el cuerpo de uno se habitúe al cuerpo del otro, pero encontrará posturas ideales constituye una de las grandes satisfacciones sexuales para la pareja. Para los antiguos
chinos esta búsqueda constante por la perfección en las relaciones sexuales mantenía la llama del amor y del sexo vivas hasta el último de sus días.

Los seres humanos no siempre hicieron el amor de la misma manera, menos aun de una única forma. Para comprobarlo sólo hace falta echar una mirada a los testimonios gráficos y artísticos que se han ido dejando a lo largo de la historia.“Un personaje de ingenio debe multiplicar las clases de unión sexual”, sugiere el Kama Sutra, uno de los tantos textos orientales dedicados al erotismo. Lejos de esta propuesta, la cultura occidental nos ha legado como única y aconsejable la posición llamada del misionero.
Más allá de su historia, lo que condiciona a las parejas de hoy son los mandatos que trataron de imponer una posición natural o de establecer que la cantidad es lo mejor. Hay parejas que sólo utilizan para sus encuentros sexuales una única posición, con escasas variantes y juegos, lo que va creando una cierta rutina y chatura en los encuentros; incluso sin tener en cuenta que hay posturas que pueden ser más placenteras para un miembro que para el otro. Acaso sea por eso que, desde tiempos lejanos, los seres humanos vienen buscando variaciones que les permitan hacer renacer la pasión o aumentarla.

•Se supone que, en la prehistoria, la forma coital seguía el modelo de los animales (more ferarum: como las fieras): la mujer agachada y el varón penetrándola vaginalmente desde atrás. Algunos antropólogos creen que esta posición le permitía al varón avizorar la presencia de fieras o enemigos que lo acechaban. En algún momento fue reemplazada por la pareja enfrentada y hay quienes piensan que fue la mujer la que introdujo el cambio. Ambas situaciones están estupendamente graficadas en el film “La guerra del fuego” de J. J. Annaud.

Se conservan registros iconográficos del mundo antiguo que muestran como una posición habitual a la mujer sentada sobre su pareja, pero tanto los griegos como los etruscos, chinos, hindúes y la cultura mochica (o moche) del actual Perú se habían encargado de describir, ilustrar o representar, múltiples posiciones coitales y hasta las nominaban con bellos y pintorescos nombres:

•La posición del cangrejo.
•La abertura del bambú.
•La posición enlazante.
•Postura de la rueda del Kama.
•El salto del tigre, la presión del elefante y el frotamiento del jabalí.
•Entre otras.

Como decía antes: un legado de la cultura de Occidente nos ha propuesto como posición aconsejable la del varón arriba y mujer abajo, enfrentados. Vale la pena explicar algo: luego que James Cook conquistara Samoa, llegaron los misioneros anglicanos a las islas y, para su horror, verificaron que los nativos no asociaban el coito con la reproducción, ya que esta última era atribuida al espíritu totémico. Así disfrutaban muy libremente del sexo. Por otro lado vieron que la posición más usada era la de mujer arriba en cuclillas; entonces intentaron enseñarles las virtudes del coito natural que, para los misioneros, era el varón arriba y con finalidad meramente procreativa. Estos nativos, irónicamente, llamaron a este modo coital la posición del misionero.
En cambio, son dignos de atender los poéticos consejos del Kama Sutra (siglo III de nuestra era): “Las personas deben imitar las diferentes costumbres de animales y pájaros. Estas diferentes clases de unión sexual, que se utilizan según las fantasías de cada individuo, son las que encienden el amor, la amistad y el respeto en el corazón de las mujeres.” Ubicados en el extremo opuesto a este concepto, algunos teólogos cristianos sostenían que el placer era obra del demonio y la mujer sinónimo de tentación. En los manuales de confesión del medievo se indicaban preguntas destinadas a indagar sobre la existencia de placer en las relaciones matrimoniales y, de haberlas, eran objeto de condena. Desde estas afirmaciones, el orgasmo y el goce de la mujer eran innecesarios y pecaminosos: ellas eran meros instrumentos de los deseos del varón a quienes provocaban. A partir del Concilio Vaticano II, bajo el papado de Juan XXIII, comienzan a reconocerse las relaciones placenteras como vehículo de fortalecimiento de la unión matrimonial. Tomando en cuenta esta óptica, todas las posiciones coitales serían naturales.
La Sexología considera que, tanto dentro como fuera de la ley del matrimonio, no existen posiciones únicas, ni naturales, ni aconsejables, ni sanas, sino que son válidas todas aquellas que produzcan placer y satisfacción mutuas.

El coito sin eyaculación
Las relaciones sexuales no son meramente el orgasmo, sino también juegos, caricias, abrazos, palabras tiernas, contactos orales, masajes y variación en las posiciones, sea o no con penetración.
Besarse, acariciarse, masajearse sin ejercer ninguna presión para que él actúe, puede obrar milagros en el hombre impotente, así como existen hombres que no pueden llegar al orgasmo hay otros que simplemente eligen no hacerlo, la técnica de no eyacular ha sido practicada desde hace siglos en oriente donde un sólo hombre tenía que mantener satisfechas a varias esposas, esta técnica le permitía al hombre mantener varias relaciones sexuales, varias veces al día, talvez con todas sus mujeres, experimentando orgasmos y eyaculando solamente en el último coito del día.
Los hombres que emplean esta técnica afirman que favorecen su bienestar y vitalidad durante todo el día.
Esta técnica de control no es sencilla y exige mucho tiempo de entrenamiento para no entrar en una espiral de auto represión.
Para los antiguos chinos hacer el amor era arte, sus libros de alcoba son sexualmente explícitos, prácticos y poéticos.
Es bastante fácil pensar, aunque equivocadamente, que la trasparencia y la divulgación sexual ha sido una invención occidental, solamente es un fenómeno aparecido en el siglo XX, que súbitamente y de forma milagrosa a abierto los ojos del mundo civilizado.
Lo que a menudo se olvida es que 3500 años antes de la llamada revolución sexual, existió en China una civilización caracterizada entre otras cosas, por una actitud notable y sofisticada hacia el sexo.

Orgasmos
Es común escuchar que las mujeres prefieren ir arriba, porque eso las excita y les permite llegar al orgasmo con más facilidad: probablemente en esta posición logren mayor frotamiento de la región clitoridiana y, teniendo más movilidad, regulan su excitación. Se aconseja la postura de la mujer arriba para facilitar el orgasmo femenino. El varón también se ve beneficiado por esta posición debido a que, en general, puede retener mejor su eyaculación, aumentando su eficacia si la mujer se mueve con lentitud.
El orgasmo más rápido para el varón es, habitualmente, cuando él está arriba y la mujer mantiene las piernas cerradas o cuando media un estímulo manual adicional de ella en la base del pene y el escroto, durante la penetración. En la mujer, también la estimulación manual -de ella misma o del compañero- durante el coito, acelera la respuesta orgásmica; en este último caso, la posición del misionero no es la más cómoda.
De cualquier modo, tanto para acelerar un orgasmo como para retardarlo, es importante conocer que las variantes de ritmo, la intensidad del bombeo, el tipo de movimientos o los cambios de posiciones, permiten ejercer un control más eficiente sobre el momento del orgasmo masculino.
Algunas mujeres pueden padecer dolor cuando colocan sus piernas en los hombros de su compañero para que éste las penetre.
En este caso la explicación radicaría en el hecho de que la punta del pene puede hacer contacto con el cuello uterino. Pero también podemos destacar una a favor de esta posición: con la mujer bien lubricada permite la introducción del pene semierecto y esto ayuda en aquellos que no logran una completa rigidez por padecer algún grado de impotencia.

Cada persona deberá ir explorando y experimentando en qué posición disfruta más, en cuál consigue mejor control eyaculatorio o una facilitación del orgasmo. Hay tantas posiciones como el encuentro de los cuerpos lo permita. Anímense a vivenciarlas.
Hay que entender que también en el tema de las posiciones y los roles, el tiempo ha ido produciendo cambios; es buen momento para que también el nuevo varón se vaya animando a cambiar. Cuando lo haga nos recordará esos versículos que nos cita Vatsyáyána: “un hombre que ponga en práctica todas las artes de los sesenta y cuatro medios indicados tiene asegurado el goce de la mujer de mejores cualidades, y será respetado y admirado por su propia esposa, las esposas de los demás y las cortesanas”

La alegría del sexo
Estudiar la forma de amar de los chinos puede ser tan gratificante como reveladora, aunque la filosofía sobre la que está basada resulta bastante extraña para los oídos occidentales, subyacen en la mística y en el folclore, son los principios del sentido común que revelan una profunda y equilibrada comprensión de la naturaleza humana, pero además quizá lo más importante es que la forma china de amar subraya la alegría del sexo recalcando una y otra vez que se trata de un arte que debe ser dominado por ambas partes en beneficio de la satisfacción mutua.

En este sentido tiene al menos mucho que ofrecer a la pareja del mundo occidental, explore su propia sexualidad como lo hicieron las parejas orientales de los tiempos antiguos.Gran parte de la sabiduría acumulada por los taoístas fue recopilada en los libros de alcoba, estos libros eran tan ingenuos en sus ilustraciones como comprensivos en el tratamiento de los temas, a los ojos occidentales estos libros podrían pasar por pornográficos, para los chinos sin embargo se trataba simplemente de recetas para vivir y ser consultadas con la misma frecuencia, casi de la misma forma que se tratara de un libro de recetas de cocina.
El lenguaje de estos libros de alcoba es algo barroco y florido, lo cual no basta para que podamos aprender muchas cosas de las enseñanzas taoístas e incorporarlas a nuestra forma habitual de hacer el amor, no obstante no necesitamos tomar todas las enseñanzas literalmente, es evidente que no hay ninguna evidencia médica que sirva para apoyar la teoría taoísta de una trasferencia física de energía durante el coito, y tampoco que la eyaculación sea físicamente agotadora una vez que la fase de resolución ha pasado.

Del mismo modo es igualmente erróneo pensar que el orgasmo es absolutamente esencial durante la relación del acto sexual, es perfectamente posible disfrutar de los cuerpos sin llegar al clímax, o ciertamente sin que exista la penetración, ambos son dimensiones importantes del acto sexual, pero de ninguna manera los fundamentales para los taoístas, el arte del amor posee una profunda significación que va mucho mas allá de la necesidad de producir hijos, en esta filosofía se haya implícita la concepción de una buena relación sexual que es esencial para ambos miembros de la pareja si desean vivir una vida larga y feliz.
El taoísta ha evolucionado desde la comprensión básica de que hacer el amor es agradable, hasta la concepción de placer como la esencia misma del sexo.

Una sociedad ilustrada
Los libros de alcoba taoístas exhibían una actitud notablemente liberada hacia la mayoría de las formas de actividad sexual, aunque las desviaciones del coito convencional entre hombre y mujer eran desalentadas invariablemente por razones filosóficas.
El sadomasoquismo brillaba por su ausencia en estos libros, ya que los chinos creían que rodeados casi por completo por el salvajismo de la vida cotidiana, la violencia no tenía cabida en el dormitorio.

El cunnilingus y la felación eran activamente alentados como medios de elevar el espíritu Yang-Yang a su máxima potencia.La masturbación era desaprobada, considerada absurda sobre la base de que se desperdiciaba la preciosa energía Yang-Yang, las poluciones nocturnas también preocupaban a los maestros taoístas, pues temían que estuviesen provocadas por espíritus femeninos dedicados a agotar la energía Yang del hombre.

El coito anal.
Estaba permitido en la medida en que no se perdiera del todo la esencia Yang, se le consideraba una fuente inferior de energía Yang.

Aparatos eróticos
Los complementos sexuales eran considerados como muy beneficiosos en la medida en que no causaran daño físico a ninguno de los miembros integrantes de la pareja.

El beso
Era apreciado como una arte muy importante del acto amoroso, pero era desaprobado en público

La pornografía
Simplemente no se reconocía, los maestros taoístas no consideraban en absoluto que las ilustraciones de sus libros fuesen imágenes pornográficas, su propósito fundamental era excitar a los lectores para que participaran de los placeres del lecho.

La homosexualidad
Estaba permitida en ambos sexos, aunque era considerada de una manera improductiva ya que daba como resultado la integración de dos fuerzas iguales y no opuestas.

La bisexualidad
También estaba aceptada aunque se creía que los bisexuales que tenían hijos, tenían una gran posibilidad de que estos se convirtieran en hermafroditas.