viernes, 9 de abril de 2010

Sex shops: juegos para adultos

Penes con forma de oruga, de conejo, con sabor de chocolate y sin sabor. Penes dobles, para que uno mismo se dé placer en un mismo movimiento con una misma cosa en el mismo lugar, penes por aquí y por allá. De todos los tamaños y texturas posibles: rosas, amarillos, verdes, negros, azules, dorados (sí, dorados), fosforescentes, que brillan en la noche, que se mueven, que están más tiesos que un trozo de madera, que "se sienten como piel de verdad".
Penes transparentes, de algo que se parece al cristal, pero la señorita de la tienda me corrige rápidamente: "No, no es cristal, es metacrilato". ¿Meta qué? Me río. Bueno, vaya nombrecito. Se me antoja comprarlo solamente para decir: a ver mijo pásame el metacrilato.

Penes con forma de oruga, de conejo, con sabor de chocolate y sin sabor. Penes dobles, para que uno mismo se dé placer en un mismo movimiento con una misma cosa en el mismo lugar. Macarrones en forma de pene (una buena forma de acercarse a la cocina), en gomas de dulce, en charolas para hacer cubitos de hielo (imagine usted su vaso agua con algunos "penesitos" flotando). Fiu. Tantos penes.

Como niña en dulcería. Uno ya no sabe cómo ni en dónde meter tanto juguete de miembro masculino. Me falta espacio, diría yo. Podría empacharme con tanto pene. Y es que se ven tan lindos, todos allí, en su caja de plástico, brillantes, relucientes, listos para ser usados.

Pero claro, eso no es todo, también hay vaginas, bolas chinas, muñecas inflables (con caras un poquito inexpresivas), artículos para bondage y para sadomasoquismo light, arneses, juguetes anales para ellas y ellos, alargadores para pene, condones, lencería, aceites de masaje, cremas caliente-frío, videos...

No hay que explicar demasiado: Nina está en una sex shop. Y debo decir que hay cosas que me encantan y otras que me desagradan de estas tiendas. Algo que me molesta de estas modernas galerías del sexo ahora es que tengan demasiada iluminación y música digna de un rave, en un domingo a las 7 de la mañana. Digo, tampoco espero que escuchen a Liszt todo el tiempo pero bueno, que hay que tener buen gusto hasta en el oído musical.

Estas son las nuevas, las de hoy (vuelvo a sentirme vieja) donde a uno le ofrecen probar el pene del mes o la oferta de la semana. "Mira, tócalo, tiene una sensibilidad casi real", me dice la señorita (¿quién tiene la sensibilidad, el pene o yo? ¿O sea cómo? ¿Este pene siente? ¡Dios, qué modernidad!).

Me choca su decoración en muchas de ellas: ¿Rosa? ¿Con lucecitas? Yo, y léase, yo, yo, preferiría las cortinas de terciopelo rojas que había antes en este tipo de tiendas, que eran oscuras (de las que todavía sobreviven muchas) y sobre todo, estas pequeñitas, algunas sin siquiera tener un nombre.

Tal vez porque visitar una sex shop antes era algo clandestino, oscuro, feo y quizá hasta de baja moral. Hoy, y ésa es una cosa que me gusta de ellas: vas a una sex shop como si fueras a una tienda de cosas para casa: compras lo que no necesitas porque se ve bonito, lindo, porque quieres probar.

Hoy, me parece que para la mayoría de la gente es algo natural, sobre todo para las nuevas generaciones. Aunque, claro, esto no siempre aplica para todos los casos. Es como la historia de mi amigo César: en septiembre cumplió 50 años, y unos meses antes por primera vez visitó una sex shop.

"Sentí que todos tenían la mirada puesta en mi. No sabía hacia dónde voltear, qué comprar, para qué sirven cada artefacto. Casi ignorante". Se animó porque su amante se lo pidió y además le pareció "interesante, algo inédito" en su vida. ¡Uff, pero a los cincueta años! ¿Por qué no lo hizo antes? "Creo que me parecían grotescas y pensaba que era para personas que no podían excitarse fácilmente con sus parejas".

Pero en general, la gente hoy se siente más desinhibida para entrar y probar, para comprar o curiosear aunque nunca compre nada de eso en su vida. Y me da gusto que hoy intenten llegar a un nuevo público joven y, sobre todo, al femenino. Antes los consumidores oficiales eran los hombres. Hoy, son muchas mujeres, solas o acompañadas, heterosexuales o lesbianas, que van y hacen su mandado sexual.

Hoy he podido ver a jóvenes, señoras solas o acompañadas, lesbianas, hombres de traje, punks, sadomasoquistas y gays conviviendo en un mismo espacio, optando por su mejor elección. ¡La democracia pura! Sin embargo, para aquellos que hoy no quieran pasar por una, también hay muchas que han incorporado la venta a distancia: usted ve su página de internet, escoge el juguete que se le antoja, llama, lo pide, se lo llevan a su casa, paga. Media hora o gratis.

Otra cosa que me encanta de las sex shop son los nombres que tienen los artefactos que allí se encuentran, por ejemplo (imagina lo que sea): "Bi-llo carnoso", "Gran huevo vibrador", "Kit masturbación trío", "Mariposa vibradora", "Bandito", "Kit Lo que quieres", "Intruso íntimo", "Senso pocket", "Lelo", "Fun factory", "Kit del amor", "I rub my fishie" y "Oh, mybod", entre un millón más.

Está también el "clone-a-willy kit" que te proporciona una especie de amasijo para crear tu propio molde de pene y tener luego un juguete con el tamaño y forma real del pene de tu hombre. Y éste sí es bastante caro, pero bueno, una podría tener una colección de todos los penes (en plástico, claro) que han pasado por nuestra vida. Sería lindo. Una buena galería.

Al final, la invitación es para ir, conocer y explorar una sex shop. Para divertirse, para divertir a otros. Si nunca ha ido, no está de más. Es mejor llegar al sexo a través del juego que desde la solemnidad. Creo que son nuestras tiendas de juguetes actuales. Autoregálese placer. Compre artilugios para el erotismo. Cuéntenos también cómo han sido sus experiencias en las sex shops, estas tiendas del sexo para todos.

Consejos para ir a una sex shop

Lleva en mente lo que quieres y para qué, pero de todas maneras, lo más seguro es que salgas comprando otra cosa.

No compres juguetes con PVC (éste material es tóxico y más si se usa en partes íntimas).

Lee las etiquetas (sí, los mexicanos no somos lectores de etiquetas, pero investiga de qué material está hecho eso que usará).

Todos los juguetes deben ser lavables, pero prefiere los que también pueden ser usados bajo el agua.

Una vez que compres un juguete, lávalo antes y después de usar.

No uses un mismo juguete con muchas parejas.

Si lo haces, usa condón con estos también, aunque los laves.